“Bello como el encuentro de un paraguas con una máquina de coser en la mesa de disección”, así lo definió André Bretón 1924 en su primer manifiesto de los principios del surrealismo. El arte puede unir cosas que normalmente no están vinculadas entre sí. La presencia de objetos heterogéneos en la obra artística nos conduce a nuevas posibilidades de argumentación. Las contraposiciones se definen a veces a traves de sus similitudes y también afloran verdades no vistas ni imaginadas anteriormente.

  Esta, frase de Bretón, y en el encuentro entre un tren y una máquina de coser en la jungla, son los recuerdos que me vinieron a la cabeza cuando entre por primera vez en aquella casa.
Un característico palacete, bajo el gran campanario de la iglesia de Sineu. Debajo a la izquierda se ve un pequeño escaparate que da entrada a dos talleres de arte: el de la modista Irene Peukes y el del artista Marcos Vidal, casados entre sí. Irene tiene su estudio en el primer piso, Marcos en la planta baja casi sótano (el celler). Vidal trabaja en un espacio grande y alto casi sin luz de día. Caminos frágiles y escaleras incrementan la atención del visitante que se sorprende ante la apariencia de este taller artístico. No se puede dejar de mirar la cantidad inmensa de objetos e imágenes que llenan el espacio por completo. Parece una cámara del tesoro, no se reconoce un orden. Solo el artista es sabedor del orden creativo en medio de su caos. En realidad da la impresión de un taller de reparaciones donde hay muchas cosas almacenadas que esperan ser arregladas, que piden a gritos tratamiento y mejoría, que quieren encontrar una nueva justificación a su existencia.

  Casi todos los objetos son triviales, representando la iconografía comercial del vendedor, del mercado. Una iconografía de la vida cotidiana, que no ha preservado al objeto particular de los lazos emocionales de sus propietarios anteriores. Vidal usa esa diversidad de estratos de las realidades de los objetos. Aunando esa heterogeneidad, en una coexistencia de conceptos que nos remiten al pasado y referencias artísticas e históricas. Ya Pablo J. Rico indica en el catalogo “Marcos Vidal, L´objecte trobat, 1996- 2009” Manacor, Hombroich, etc, el recurso del artista al surrealismo y a Marcel Duchamp. Vidal hace suyo el “Ready made” y el “objet trovée”, pero Vidal da un paso más en su manejo y seguridad en el juego con los materiales. Recuerda a los “Nouveau realistes” y al “pop art”, pero también pertenece a la generación de internet, lo cual queda de manifiesto al ver lo mucho que aparece en el monitor. Si Bretón aportó como resultado a su reflexión, la búsqueda de la maquina de coser en la jungla, Vidal sabe, además, donde está el taller más próximo para la reparación de la máquina rota. Los objetos sobrellevan un proceso curativo.

  Y es que Vidal ya no se cuestiona una realidad después del arte abstracto. Para él todo es realidad, cada uno de los objetos, cada imagen, cada reproducción, cada foto de prensa, cada texto, cada embalaje, etc… todo es la realidad diaria, que provoca como “agens” de su arte. Vidal sabe naturalmente que la reproducción de la reproducción no puede ser el único camino correcto, si no que la unión de la asincronía se transforma en simultaneidad de la imagen, y compone las diferentes afirmaciones, en una unión figurativa. Vidal deja que se derrumbe el orden iconográfico.

  Desasienta las leyes iconográficas clásicas, no actúa con efecto “ex catedra” en su discurso acorde con el orden social común. El se adentra más en las esferas psicológicas de lo cotidiano. El muestra esperanzas y angustias, políticas, sociedad, orden, sonrisas y mucho más. Sigmund Freud se regocijaría con sus collages, sentiría una explosión ante el atasco de significados y posibles interpretaciones. Vidal ha hecho los collages en España, Alemania y Austria durante los años 2007 hasta 2009. El titula el ciclo de numerosas hojas “Vértigo universal”, es un fragmento de texto, que se puede leer en uno de estos collages, que muestra una situación idílica muy kitsch, un molino de agua junto al riachuelo y una linda casita entre árboles frondosos, que Vidal transfiere a un televisor.

  Vértigo significa en latín, vuelta y mareo. Viene de la palabra “vertere” virar. En la medicina vértigo significa mareo. En la película “Vértigo” de Alfred Hitchcock del 1958, se trata el miedo a la altura, el mareo angustioso que se produce cuando la visión carece de claridad y racionalidad.Este concepto perfila el tema de los collages. Nuestro dia a dia es vertiginoso, somos estafados, engañados, pillados, coaccionados, somos la diana, somos seducidos por Hollywood, por rubias sexis pistoleras qué realizan tiroteos en los tranquilos apartamentos de los ciudadanos. El periódico “Salzburger weekend” muestra en su cabecera, un coche, el castillo y la muerte. Vidal pega un párrafo de “Vida y Muerte”, una canción conocida del momento. No hay ninguna cronología en la secuencia ni en el contenido de las imágenes, como tampoco un orden establecido. Sin embargo la comunicación es directa, inmediata, los restos de texto ayudan a leer y clasificar.

  Hay algunos temas predilectos por el artista: la televisión, los medios de comunicación, el cerdo – un animal muy, muy inteligente (cerdo inmobiliario, Perfect pig, Pretty pig) la política (Polizei, Deutsche hunde, Royal tv, Blutiger terror) la sociedad (Esterilizado, Sofá, Dog’s poker, Prohibido para) la economía (Para Raimundo, Kohlepapier, Discount, Art target, Vértigo universal) etc. El observador que tenga una buena predisposición, está invitado a descifrar la complejidad de las pequeñas obras artísticas. 

  Vértigo es igualmente una referencia al principio del collage, a Kurt Schwitters y Hannah Höch. Vidal realiza un homenaje a este medio, un recurso, que en el arte plástico de los países habla alemana ha jugado un papel muy importante, una referencia contemporánea y vertiginosa.

Dieter Ronte
Palma de Mallorca